Manuel -por llamarlo de alguna forma- era uno de esos tipos que trabajaba por cuenta propia, utilizando internet como herramienta principal de trabajo.
Y digo “era” por que la cascó (la palmó, falleció, se fue, ya no está, la espichó y tal).
Las circunstancias de su muerte son irrelevantes. Lo importante es lo siguiente.
Manuel tenía una cuenta en PayPal, con los ingresos fruto de los servicios tecnológicos que prestaba, y que utilizaba también para pagar los costes de alojamiento, el registro de diversos dominios y algún que otro capricho o suscripción (que pueden ser lo mismo).
Sin haberse percatado de ello, Manuel se fue, dejando vacío un nodo de una red de dependencias. Una serie de personas dependían de él y de sus servicios a nivel tecnológico.
Ni su mujer, ni familiares o amigos conocían (faltaría más) sus contraseñas, ni tan siquiera la totalidad de servicios a los que estaba suscrito, tanto de los que generan gastos, como de los que proporcionan beneficios.
¿Qué ha ocurrido con las cuentas de Manuel? ¿Y con el dinero que mantenía en la red?
Las cuentas, los dominios o los alojamientos contratados acabarán caducando o desapareciendo. El dinero se lo quedo Paypal, porque, aunque su mujer tenía conocimiento de “algo de dinero en internet”, no tenía ni la más remota idea de cómo reclamarlo.
¿A que acojona? Pues la muerte puede sorprender a cualquiera, en cualquier momento, así es que, si te pareces en algo a Manuel, más te vale que implementes 'mecanismos post-mortem'."
Fuente: Ese tal Blog - Una historia de terror… tecnológicoCreo que voy a escribir todas los datos de mis servicios y voy a meterlo en un sobre lacrado adjunto a mi testamento... Cielos...
-- Wayfarer
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